Paciencia
Foto: http://www.patagonia.com.ar
El alba pura, limpia, se transforma lentamente en una acuarela cambiante de oro, rosa y fuego. Era un amanecer lento, casi parsimonioso. El tiempo parecía ralentizarse. Andrés esperaba, como todos los días, con la cámara fotográfica lista para retratar la imagen que mejor expresara la belleza del amanecer patagónico.
Cada madrugada, el despertador sonaba antes de que el sol saliera. Andrés tardaba apenas dos minutos en acomodarse en el techo de su casa, ubicada junto a un ruta, cerca de la ciudad, y enfocar su cámara fotográfica hacia el horizonte, hacia el sol naciente. Esperaba, ignorando el frío de esas horas que preceden al alba. El cielo cambiaba de azul profundo a un violeta calmo, con algunas estrellas plateadas y perezosas. Era un momento de paz absoluta, incluso la respiración se tornaba lenta, como si Andrés quisiera aspirar toda esa serenidad y guardarla en sus pulmones y su memoria. Tenía los ojos cerrados y el alma despreocupada. Pero el tiempo seguía corriendo.
Un brillo le hizo cosquillas en los ojos, aún cerrados, y el calor le abrazó lentamente el cuerpo. Andrés abrió los ojos y se preparó. Un segundo después el silencio fue interrumpido por el quejido de la cámara.
El milagro se había realizado.
El alba más pura se acababa de eternizarse.
FIN
Comentarios
Precioso.
Besos.