Pensamientos

Acaso fuera obra de la casualidad, quizá del destino, lo cierto era que Juan se hallaba en un lugar extraño. Parecían las ruinas de una enorme y moderna ciudad, cuyos destruidos edificios debieron ser mucho más enormes de lo que Juan recordaba. Porque a pesar de la desolación logró reconocerla. Era su propia ciudad, la misma en que vivía, al menos hasta llegar a esas ruinas. No sabía cómo había llegado, pero comenzó a sentir que lo observaban al mismo tiempo que un escalofrío le traspasó el cuerpo. Se dio vuelta de repente y quedó aterrado. Estaba contemplándose a sí mismo, pero al mismo tiempo veía a alguien completamente diferente: su ropa era la misma pero Juan vestía de blanco y su clon de negro, lo que le confería un aspecto siniestro, aunque nada de su atuendo era más intenso, oscuro e impresionante que su mirada. Juan jamás imaginó que sus ojos pudieran transmitir tanta crueldad y desprecio. Le fue imposible recordar alguna ocasión en que su mirada fuese tan viole...