Desición



Ahí estaba. Frente a él, en la misma vereda, a menos de un metro. El hombre que lo había humillado. El hombre que le había dado una paliza, aunque llevándose los suyo también. Esta vez era diferente, no había árbitros, campanas, ni nada que lo detuviera en su idea de partirle la cara al otro. La calle sería el cuadrilátero. Instintivamente se puso tenso y en guardia.

Por su parte, el otro pensaba exactamente lo mismo. Esta vez iba a darle una paliza aún más grande. Tanto que iban a tener que reconstruirle todo el rostro. Si, esta vez iba a ganar cómodo, sin una campana que salve al pobre diablo. Instintivamente se puso tenso y en guardia.

 Pero antes de que alguno de los dos diera el primer golpe, un hombre joven salió solo Dios sabe de dónde y les apuntó con un arma al mismo tiempo que les pedía que entreguen todo el dinero.

Totalmente sorprendidos, los dos hombres se miraron a los ojos unos segundo y luego, sin decir palabra, uno se lanzó hacia delante como un rayo y sujetó la mano del delincuente con una tenaza de poder, mientras el otro le daba un gancho de acero con su adorada derecha. El ladrón cayó hacia atrás, dolorido, luego se revolvió asustado y confuso, se levantó aturdido y salió corriendo haciendo eses.

Los dos hombre quedaron inmóviles. Luego se miraron a los ojos durante un momento que hizo que la eternidad pareciera solo un segundo. Un leve atisbo de sonrisa asomó en los labios de uno de ellos. El otro lo imitó al instante. Luego realizaron un leve saludo con la mano y cada uno siguió su camino, cambiado para siempre.

El ladrón los observaba desde la esquina. Sonrió al notar la expresión aliviada de uno de los hombres al pasar a su lado. Pero el hombre no lo vio. El joven acentuó su sonrisa, se volvió, extendió un par de alas blancas y se desvaneció en una niebla multicolor.

FIN

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