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Mostrando entradas de octubre, 2009

Presión y prisión

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Yo quería transgredir, sentirme libre y auténtico. Pero no me lo permiten ni mis familiares ni mi entorno. Mejor comento la situación para que me comprendan. Soy un estudiante de medicina, pero mi problema es que no tengo vocación de médico sino de pintor. Pueden imaginarse el drama que se presentó en mi casa la primera y última vez que le planteé a mis padres la posibilidad de estudiar pintura en lugar de seguir alguna carrera “tradicional” como medicina o abogacía. Basta decir que nunca había notado la estridencia de la voz de mi madre ni lo asesino de la mirada de mi padre. Supongo que ya se imaginarán el resto. Fue muy desagradable. Lo suficiente como para que yo no volviera ni a sugerir convertirme en pintor. En lugar de eso me aboqué al estudio de la medicina, una carrera bien tradicional e inofensiva, a la que me dediqué con esfuerzo resignado y total. Al menos ahora no iba a tener conflicto con nadie. O eso creí. Seguir Leyendo... Todo el proceso que cambió mi vida se originó e

Memoria

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La memoria es la médula de la vida para muchos, pero algunos creen que la memoria sólo sirve si hay quien pueda registrarla, en papel o imagen, incluso en palabras. Como periodista me han formado en la idea de que memoria debe mantenerse viva, especialmente de los hechos dolorosos, para evitar, en lo posible, repetir errores. Personalmente, creo que, más importante que evitar dolores, la memoria servía para registrar los momentos felices de la vida. Soy un convencido de que esas remembranzas permitían revivir e incluso prolongar esos instantes de felicidad, porque la felicidad es tan breve que uno busca dilatarla por todos los medios posibles. Volviendo al tema de la memoria, me gustaría mostrar un fragmento de una entrevista que le hice a un hombre muy famoso que comenzó a sufrir de Alzheimer, la enfermedad en la cual se va perdiendo la memoria progresivamente. Fue, creo yo, reportaje más extraño y agotador de mi breve carrera periodística. Aquí está: Seguir Leyendo... “P.: -¿Ha cambi

500 Metros

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Aunque la distancia era mucha, él sentía que podía vencerla, incluso hacerla desaparecer. Sabía que sólo tenía que extender sus alas y volar como el viento. Pero tenía un problema, algunas de sus plumas estaban recubiertas de un metal que por momentos se fortalecía y otros se debilitaba, dependiendo del ambiente. Pero a él no lo asustaba ese metal extraño, se sabía lo suficientemente fuerte como para levantar vuelo dejando en el camino los obstáculos. Porque la distancia eran 500 metros, sus alas eran sus pies y el metal eran las voces que le decían que no podía correr, que era muy viejo, que iba a avergonzar a su familia, que era una estupidez participar en esa maratón. Sin embargo, lo único que a él le importaba era vencer esa distancia desafiante. Era demasiado importante para dejarse vencer por algo tan tonto como un trozo de metal. Seguir Leyendo... De hecho, tal vez a causa de ese peso fue que hizo lo que hizo. Y lo que hizo aquel día definió el resultado de la competencia. Ya ha