El sueño del ángel (2da Parte)
Alex reconoció de inmediato al ángel. Tenía el mismo rostro asustado y
sufriente, sólo que esta vez no estaba atrapado entre espinas sino sentado en
un banco de plaza. Su expresión era de una tristeza insondable.
Alex supo que era “su” ángel pero al principio no supo si acercarse o no.
Se balanceó en el lugar unos momentos y luego quedó mirando al ángel. Finalmente
obedeció a un impulso y se sentó en el banco, a menos de un metro del ser que
llevaba seis meses buscando. Se aclaró la garganta y eso hizo que el rostro
triste se vuelva hacia él.
-¿Estás bien?-preguntó Alex.
El ángel lo miró y luego volvió a fijar su vista al frente. Luego habló con
voz tomada.
-No importa, igualmente no puede ayudarme. Mi problema no tiene solución.
-¿En serio? ¿Qué tipo de problema es?
-Es muy simple: ya no puedo confiar en nadie, absolutamente en nadie. La
persona que juró amarme para siempre me engañó, el que se decía mi mejor amigo
y compañero de trabajo acabó llevándose todo el crédito por un artículo que yo escribí,
y los usó para impresionar al jefe y tener un ascenso, sin mencionar nunca mi
participación en el proyecto. En definitiva, todos los que me rodean, los que
creí firmemente que me querían resultaron ser sólo… farsantes, personas que
sólo me utilizaban, mientras me engañaban. Ya no puedo confiar en nadie, y no
quiero volver a confiar, nunca.
Apenas acabó de hablar, el ángel rompió en un llanto desconsolado. Alex se
sorprendió pero no dijo nada. Luego tomó aire, miró hacia adelante unos
momentos, como buscando afanosamente las
palabras necesarias para ese momento. Entonces miró el rostro desolado del
ángel y, siguiendo un impulso, le colocó la mano suavemente en la espalda.
Durante unos instantes ninguno se movió. Alex retiró la mano de forma
repentina, como sintiendo que había tocado algo sagrado. Entonces, antes que
ocurriera algo más grave, se aclaró la garganta, musitó un leve “perdón” y agregó,
con voz firme:
-No creo que sea verdad lo que acabás de decir.
-¡¿Cómo?!
-No es verdad, así de sencillo. Dijiste que ya no podías confiar en nadie y
eso es falso.
-Pero…
-Confiaste en mí. De no ser así jamás me habrías contado lo que te ocurrió.
Aunque digas lo contrario, aún tenés confianza en los demás, lo que significa
que también tenés esperanza, tal vez de encontrar un amigo, o de volver a creer,
o simplemente de convencerte que siempre va a haber al menos una persona en tu
camino que te muestre que vale la pena confiar en otros, incluso cuando ya nos
hirieron anteriormente. Es muy bueno que me contaras tu problema, significa que
querés encontrar la forma de resolverlo, necesitás ayuda y no te avergüenza
pedirla. Yo no sé si pueda hacer que creas nuevamente en la palabra de los
demás pero al menos te muestro que mantenés viva la esperanza y eso siempre es
muy bueno y por demás de importante. La esperanza es (o debería ser) lo último
que se pierde, porque si no está es como perder el deseo de vivir, es no tener
más razones para despertar cada día, es volverse… vacío. No creo que debas
tirar la toalla tan pronto. Lo mejor es que te tomes tu tiempo para pensar en
lo sucedido, ver cuales fueron tus sentimientos, si deben cambiar o no y
decidir tu siguiente paso. Al menos esto pienso yo.
Alex dejó de hablar y permaneció pensativo unos momentos. No sabía
realmente de dónde había sacado la inspiración para decir todas esas cosas, que
se le antojaron dictadas por una sabiduría que no reconocía como suya. Sin
embargo luego de unos instantes, sintió que siempre la había tenido, como
esperando la oportunidad de descubrirla y utilizarla. Alex no dejó de
sorprenderse ante estos pensamientos, pero de pronto se acordó del ángel. Se
volvió hacia él y se dio cuenta que éste lo había estado observando desde que
terminara de hablar y por alguna razón no lo había interrumpido mientras
pensaba. Luego de mirarse fijamente unos instantes el ángel sonrió y se puso de
pie. Alex lo imitó un tanto intrigado. De repente se encontró atrapado en un
abrazo e inmediatamente sintió una corriente de energía y esperanza que le
atravesó el corazón de forma maravillosamente poderosa. Cuando se separaron una
sonrisa iluminó el rostro de ambos. El ángel dijo con voz clara y sincera:
-Gracias. Ahora debo irme, pero presiento que volveremos a encontrarnos.
Hasta pronto… Alex.
Alex sólo acentuó su sonrisa e hizo un gesto de saludo. Una brisa lo
envolvió haciéndolo cerrar los ojos, cuando los abrió el ángel había
desaparecido. Sintió algo en su mano y al bajar la mirada descubrió en la palma
de su mano una pequeña pluma de color blanco. El sonrió, con una esperanza
renovada y empezó a caminar hacia su casa, saboreando la victoria como un
guerrero que regresa después una aventura de inicios extraños pero con un
resultado que fue mucho mejor y mayor que lo soñado.
En el horizonte el cielo se coloreaba de fuego y púrpura.
FIN

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