Nocturno


Un conejo en una noche de luna es muy raro ver. Por eso, al distinguir ese cuerpo plateado, suave y tan inmóvil como vivo, sospeché que esa noche sería especial. Y lo fue.

Esa noche…

…caminé descalzo, sintiendo la vida del suelo que me sostenía,

…estiré los brazos y toqué el cielo como un trozo de seda infinito,

…sentí a mi lado a todos aquellos que realmente me querían, aun cuando yo no supiera apreciar su cariño,

…dejé entrar en una larga aspiración todos los sueños, relatos y sentimientos que aún no había descubierto,

…dejé salir en una rápida exhalación todos los prejuicios, dolores y problemas que nunca debieron invadirme,


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…me tendí de espaldas, aplastando las preocupaciones del trabajo, el estress y el mal humor,

…me reí solo al recordar las bromas de mis amigos,

…me quedé callado, disfrutando ver frente a mí el rostro de la persona que más quiero,

…cerré mis manos en torno al césped, su frescura y suavidad me recordaban a alguien cuyo nombre o rostro aún no conozco, pero que ya siento parte de mí,

…me senté en esa alfombra verde sintiendo su fragancia, cosa que hace muchas lunas no hacía,

…me quedé inmóvil escuchando el silencio, acompañado de mi respiración y los latidos de vida de mi alma,

…vi que el conejo saltaba sin ruido hasta sentarse frente a mí, contemplándome interesado,

…noté que le sonreía y él me guiñaba un ojo,

…luego se levantó y antes de irse me dijo:

-Este momento vale toda tu vida.

Luego desapareció, era un trozo de plata bailoteando a la luz de la luna.

Yo permanecí en silencio y luego volví a fijar la vista en el espacio, viendo todo y nada a la vez.

Al amanecer el negro tinta de la noche comenzó a transformarse en una sucesión de violetas y dorados hasta inmovilizarse en un único color: el de un nuevo día y una nueva visión.

Un cielo color esperanza.

FIN








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