El sueño de un sueño



Llevo más de dos horas en el bar, acompañando a mi padre y sus amigos. Normalmente no me gusta hacer esto pero es su cumpleaños y me llaman mis deberes de buen hijo. No es que me lleve mal con mi padre, pero ambos vemos mi vida a través de dos cristales totalmente diferentes. Ah, lo que temía, está empezando a hablarle a sus amigos de mí. Para que entiendan mi diferencia con él simplemente vean lo que él dice y a continuación mis propios pensamientos.  
-Me alegra mucho que estén acompañándome en este día, junto con mi hijo, que como siempre viene con una buena noticia. 
“Papá, no creo que a ellos les importe que me dieron un balance muy importante para analizar en la empresa, hacen eso todos los meses.” 
-Le dieron un importante balance para que lo controle, así de grande es la confianza que le tienen en la empresa. No por nada lo aprobaron con una sola entrevista. 
“Me aprobaron porque el presidente es tu compañero de fútbol y lo hizo para que no dijeras que metió un gol en contra y por eso perdieron un partido.” 
-Realmente da mucho gusto ver que el sacrificio rinde frutos. 
"Querrás decir que te da gusto ver que la plata de las cuotas parece haber valido la pena." 
-Eso es lo que se obtiene si uno estudia desde el principio la carrera que le apasiona. Mi hijo nunca consideró si quiera otras opciones. 
"Eso fue porque no tenía alternativa. Me inscribiste en secreto para darme una sorpresa de cumpleaños. Acertaste en algo, papá, jamás me hubiera esperado semejante regalo. Dijiste que iba a cumplir mi sueño pero creo que ambos sabemos que es tu sueño, no el mío. Yo tengo uno bien diferente. Sin embargo, aplaudo tu capacidad para sorprenderme. Fue algo inolvidable." 


-Verdaderamente mi Johnny -no te molesta que te llame así, ¿verdad hijo?- nació para ser contador. Se recibió antes que nadie de su curso. 
"Quería terminar cuanto antes y poder inscribirme en la carrera de pastelero profesional. Ni pensar en qué dirías, papá, si supieras que además de un buen contador soy un excelente pastelero y que tengo una pequeña pastelería en casa. En serio ¿Creíste que iba a comprar una torta de cumpleaños pudiendo hacerla yo? Esta bien, la envolví para que parezca comprada, pero me alegró mucho cuando dijiste que era la mejor que habías probado. Si supieras..." 
-Hijo, ¿escuchaste lo que dije? 
-¿Eh...? ¿Qué...? Perdón, papá, estaba... divagando. 
-Te decía, a vos y a los muchachos, que yo siempre afirmé que ibas a ser una persona exitosa, siempre y cuando hagas lo que realmente deseas y te apasiona.  
-Sí, papá, es cierto, hago lo que me gusta y por eso lo hago bien, porque le pongo el alma y el cuerpo.  
-¡Ese es mi hijo!, grita él dándome palmadas en la espalda. Yo sonrío tímidamente. 
-Bueno, papá, ya tengo que irme, tengo que "poner el cuerpo" en un trabajo para mañana temprano. Te dejo en compañía de los chicos.  
Nos damos un abrazo y mientras agito mi mano  saludando, pienso que él no está listo para que yo arroje vinagre en el glasé de su orgullo paterno. Mejor dejar que siga bailando en una lluvia de chocolate.  
Hablando de eso... ¿Será muy tarde para ir de compras? Esa torta para mañana necesita dulce de leche... y yo necesito una barra de chocolate. Mejor que sean dos.


FIN
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