Reportaje intergaláctico

Esto ocurrió no hace mucho, una tarde otoñal especialmente fría. En esa plaza no había nadie más que yo. O eso creí…
“Hola” dijo una voz en mi mente. Pensando cómo era posible que mi mente me saludara sin intervenir yo en ello, giré la cabeza. Después de todo la voz que escuchaba no se parecía a la mía.
Al volverme me encontré con un rostro que era humano pero que al mismo tiempo tenía un aura de misterio, como si no fuera normal. Tal vez eran sus ojos color fuego, que brillaban intensamente y por momentos adquirían tonos verdes y azules metalizados.
Abrí la boca para preguntarle quien era, pero en ese momento volví a oír la misma voz en mi mente.
“Mi nombre es Orión, vengo del espacio y eres el primer terrestre con el cual me comunico. Felicidades.”
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Apenas pude articular palabra. Tras algunos balbuceos muy incoherentes, atiné a sacar un pequeño grabador de mi mochila. Como buen periodista siempre estaba listo para una noticia. Prendí el grabador y le dije al extraño que repitiera lo que había dicho. Lo hizo, sin embargo, la voz sonó de nuevo en mi mente y no salió de sus labios. Un tanto sorprendido le pedí que lo dijera en voz alta, “para poder grabarlo”, agregué, moviendo el grabador para que comprendiera.
Asintió en señal de entendimiento pero volvió a proyectar su voz en mi mente.
“Lo lamento, pero mi raza no posee lo que ustedes llaman cuerdas vocales, nos comunicamos mediante telepatía, como lo hago en este momento.”
¡No puede ser! Hasta esta suerte tengo. Encuentro un extraterrestre, uno que no quiere desintegrarme, logró establecer contacto, y resulta que no puede hablar.
Le pregunté si podía escribir las respuestas y asintió. Inmediatamente le pasé papel y lápiz y comencé a preguntarle sobre su planeta. Entonces, de pronto, sus ojos se volvieron verdes metalizados y sentí una infinita tristeza, que no era mía pero me agobiaba como si lo fuera.
Entonces lo entendí: mi nuevo amigo no tenía hogar, supe que su planeta había sido destruido.
De pronto me descubrí guardando el grabador. No quería exponer al pobre extraterrestre a la locura de los medios de comunicación. Sería un bicho raro. Y no era eso lo que él necesitaba, lo que necesitaba era un amigo. Yo iba a ser su amigo, sí eso era mejor que una exclusiva y un aumento. Lo miré. Me sonreía. Era obvio que había escuchado todos mis pensamientos. Me miró agradecido. Luego nos fuimos a tomar un café como viejos amigos.
Desde ese día, ya no volví a sentirme solo. Tenía un amigo, un amigo de otro mundo.
FIN

Comentarios
Feliz finde!!
Besossssss
Muy bonito el relato, un beso!
Saludos